Funky munchies: Ginope sirve funk caliente para toda latinoamérica
- Indie Suburbano
- 24 jul
- 2 Min. de lectura
Funky Munchies es el primer álbum del productor peruano Ginope, quien desde Barcelona ha tejido una red de colaboraciones que conecta escenas, generaciones y acentos de todo el continente. El disco reúne a 18 artistas en 14 canciones que se mueven entre el rap, el funk, el groove y el soul, con una estética marcada por el ritmo popular y el lenguaje cotidiano. La producción general ha sido realizada por Ginope junto a Alejo León, también peruano, encargado de la mezcla y el mastering. Juntos han construido un sonido que prioriza la espontaneidad, con bajos marcados, baterías sueltas y arreglos que dejan espacio para el juego entre voces.
Cada tema propone una dinámica distinta, con artistas que aportan su estilo sin perder la coherencia del conjunto. Participan Valles-T desde Colombia, Mcklopedia y Michi Sanz desde Venezuela, Metalingüística desde Chile, MP El Juvenil y Mimi Rose desde Argentina, DM y Giru Mad Fleiva desde Perú, Remik Gonzalez, Niña Dioz y Caroh desde México, Xperimento, Snifflez y Vikina desde Estados Unidos, Valentina Perdido y Fuxbeat desde Puerto Rico, Mr. Pauer desde Venezuela y Estados Unidos, y Emi Torres desde Argentina. Las letras se mueven entre lo introspectivo, lo lúdico y lo festivo, con un tono directo que evita discursos prefabricados.
La producción se ha desarrollado entre Lima y Barcelona, y conserva el espíritu callejero del rap latinoamericano y del funk más suelto. El enfoque curatorial se nota en la elección de beats y atmósferas que resaltan la identidad de cada voz invitada. No hay sobreproducción ni artificios, solo una apuesta por la naturalidad del groove y la energía compartida. Funky Munchies funciona como una plataforma de intercambio artístico, donde el ritmo y la cercanía se imponen sobre cualquier pretensión.
Ginope ha logrado reunir a artistas que, aunque vienen de escenas distintas, comparten una sensibilidad común. Funky Munchies no se presenta como un escaparate, sino como un espacio donde el juego, la improvisación y el ritmo popular encuentran su lugar sin necesidad de explicarse. El resultado es un disco que se escucha con el cuerpo, que invita a moverse y que celebra la cultura urbana desde los márgenes, con vocación regional y sabor caliente.
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